El día que las paredes sangraron
Madrid rebosa publicidad, sólo hay que darse un paseo por el centro para comprobarlo. Y es que el espacio público está tan cotizado por los anunciantes, que no hay nada que la policía y los servicios de limpieza puedan hacer para mantenerlos a raya.
La publicidad, antes legal y controlada, en los últimos tiempos se ha bajado de vallas y marquesinas para invadir los muros, fachadas y escaparates, llenado las calles de anuncios y más anuncios.
A nosotros siempre nos ha llamado la atención, la manera en que los carteles se acumulan unos encima de otros, llegando a encontrarse espacios, estratégicamente situados, con más de 25 capas de papel.
Cuando ya están completamente saturados los espacios, estos bloques compactos de papel y pegamento, acaban cayendo por su propio peso, quedando tirados en la calle, hasta que los servicios de limpieza los retiran, pero a esas horas, el espacio que antes ocuparon, ya ha sido llenado de nuevo de publicidad por esas brigadas de pegadores de carteles, que patrullan por las calles, armados con cubos y pegamento, vigilando que no quede ni un centímetro cuadrado, libre de publicidad.
Y con todas estas cosas, nos ha dado por pensar que las paredes sufren mucho y que a causa de ese dolor, grandes llagas se abren en su superficie, haciéndolas supuran sangre y fuego.
Y para escenificar este pensamiento hemos salido a la calle con nuestras luces y hemos intervenido con simple papel, luces y un poco de pintura, sobre estas grandes superficies de publicidad adherida a las paredes.
La intervención se ha llamado Publicidad herida de muerte y tuvo lugar el 21 de abril. Esa noche unos 15 tomos de carteles, sangraron y ardieron, para concienciar a los transeuntes sobre el estado lamentable en que se encuentran nuestras calles más transitadas, a causa de esta publicidad invasiba.
Las tremendas fotos son de Lola Martínez, que se manchó las manos de sangre con nosotros.
Tiempo de montaje: 3 horas.
Daños ocasionados: 0.
Permanencia de la intervención: ¿20 horas?.
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Madrid is full of advertisements, have a walk around the city centre to check it out. And it is the public space which is highly considered by advertisers where there is nothing that police and cleaning services can do to keep them under control.
Advertisments, before legal and self-controlled, have come down the billboards and fences and have invaded walls, facades and shop windows and the result is that ads are everywhere in the streets.
It has always surprised us the way in which the posters accumulate one on top of another and there are places which -due to theirs strategic position- have over 25 layers of poster paper.
When the spaces are absolutely saturated, these stiff blocks of paper and glue, drop to the ground, pulled down by their own weight and are left there until the cleaning services take them away. By then, the room available is taken up again by the poster sticking teams that patrol the streets, carrying buckets and the glue. They keep a watch so that not even a square centimetre is free from advertisements.
And all these stuff has led us to consider how much the walls suffer and because of this pain, huge bruises open up in their surface, making them expell blood and fire.
To stage this idea, we have gone out onto the streets with our lights. We have intervened them with just paper, lights and a little paint, and over those large advertising surfaces which are stuck to the walls.
The intervention was called Deadly wounded Advertisements and took place on 21 April. On that night about 15 advertising posters blocks bled and were on fire to remind passers-by about the disgraceful state of our most used streets, owing to this invasive advertising.
The photos were taken by Lola Martínez.
Time of installation: 3 hours.
Damages: none.
Exhibition time: ¿20 hours?.